martes, 26 de junio de 2012

Noches de verano

Quién pudiera ser luz de luna, paciente y tenue en tus párpados, cuando a la noche proclamas mil utopías de ensueño.
Quién pudiera ser intruso en esa eterna oscura, conocer cada pliegue de tus sábanas, y admirar la belleza de tu movimiento inconsciente.
Quién pudiera ser tu motivo de insomnio ¡oh, sería una gran fortuna!. Quién pudiera apoderarse del brillo en tu infinita gracia al natural. Quién pudiera, y repito, ¡quién pudiera!: ser el alma de la noche que contempla la paz profunda en tu rostro entrañable. Quién pudiera, quién pudiera... se hace así una lista interminable. Y si es por desear, añado también un imposible: quien pudiera ser acompañante, adquirir los privilegios de un amante, y permanecer, si así tú lo deseas, en esa cama un sólo amanecer.


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