sábado, 23 de febrero de 2013

Otro triste intelectual de lo más ignorante.

Si tan sólo pudieras dormir a mi lado, compartir mi fría cama y unas pocas horas de la noche, sabrías tantas cosas sobre mi...
Sabrías, por ejemplo, que soy una trasnochadora irremediable, que me vuelvo el doble de activa en cuanto la Luna sustituye al Sol y que me obligo a dormir sólo cuando llegan las altas horas de la madrugada. O bueno, quizás no lo sabrías, porque de lo que sin duda serías consciente es de mi habilidad para acostarme en la cama sin que mi compañero se percate de ello. Sabrías que necesito ponerme otros calcetines, normalmente más calentitos, justo antes de meterme en la cama, a veces incluso en verano. Sabrías que, también durante todo el año, necesito taparme con una sábana y una manta; durante el invierno añado un edredón. Sabrías que casi siempre voy alternando las posturas para dormir en el mismo orden cada noche, o quizás no. Ya te dije que soy muy cuidadosa con cada movimiento.
Sabrías que necesito dormir abrazada a algo, ya sea un cojín, una almohada, un peluche o tú mismo. Sabrías que cuando estoy nerviosa, incluso por un simple examen, puedo despertarme varias veces en la noche, pero si no es así, nada puede interrumpir mi sueño. Sabrías que jamás hablo dormida. Sabrías más cosas de las que sabes viéndome andar por la calle, sabrías cosas más ciertas y reales de las que cualquiera pueda contarte de mí. Sabrías tanto sin ni siquiera intercambiar una sóla palabra conmigo...
¡Imagina cuánto te pierdes por no tener una simple conversación! ¡Imagínate cuando escondo tras mi apariencia! Compréndeme cuando te diga lo falsa y pobre que es esa imagen de mí hasta hace un momento tenías en tu mente. Imagina, también, con cuántas personas te pasará lo mismo. Imagina cuánto desconoces y abrúmate con la verdad, porque lo cierto es que no eres más que otro triste intelectual de lo más ignorante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario